Cuándo perdida por las calles,
moraba mi alma sin poesía,
he venido a encontrarme con tus ojos,
que son dorados como el sol
de mi consuelo.
Porque la Luna me ha recitado
las rimas que había olvidado,
acurrucada a tu lado;
el sueño no se ha acabado.
Cuándo la alegría de tenerte
llegue a mi vida,
y los consejos olvidados
me lleven hasta tus brazos.
Que los trenes no partan,
hasta que estemos juntos.
Cuando el idioma no sea una barrera,
y los corazones nuestra lengua.
Que Dios conserve
todas nuestras dichas.
Porque en él, he venido a encontrarte.
Porque en ti, lo he encontrado.